Mataquito Rio Abajo Decimo Aniversario 2025
- Tita Orellana Rivera

- hace 7 días
- 2 Min. de lectura
Actualizado: hace 5 días
Mataquito Río Abajo: Donde la aventura y la ecofelicidad fluyen juntas

Todo comenzó con unas risotadas juveniles, allá por los años mozos, en la Cuenca del Mataquito. Tres amigos soñaban con navegar ese río que serpentea entre cerros y campos, preguntándose: ¿y si bajamos por el cauce? De esas ideas locas —y muchas carcajadas— nació una pasión: las balsas recicladas, una forma divertida y consciente de disfrutar un río tan noble y generoso como el Mataquito.
Así surgió Mataquito Río Abajo. En su primera edición llegaron cerca de 150 participantes. Entre balsas recicladas y kayaks, se armó una fiesta fluvial inolvidable. Familias, amigos, aventureros… todos habían pasado semanas preparando sus balsas con creatividad y entusiasmo. Y lo que comenzó como un juego entre amigos, se transformó en una de las experiencias más esperadas de la zona.
Con los años, el proyecto ha madurado, ganando aliados y amistades en el camino. Aunque hoy el grupo fundador se redujo a cuatro integrantes, su espíritu sigue intacto: cada año se reúnen con la misma energía para hacer posible este encuentro que promueve la eco-felicidad, el trabajo colaborativo y el amor por el río.
Entre sus aliados destacan Arte Vichuquén, una pareja de artistas que elabora hermosas medallas de greda blanca esmaltada y pintadas a mano —tantas como participantes, porque aquí nadie se queda sin premio—.También apoya la Ilustre Municipalidad de Hualañé, que entrega agua potable, toldos, baños y difusión a través de sus redes y comunicaciones. A ellos se suman emprendedores locales como Skull Art, con sus poleras serigrafiadas, la familia Famiranda con sus artesanías, y la Escuela Campesina, que impulsa la autogestión con talleres y diplomados que fortalecen la comunidad.
Hoy, Mataquito Río Abajo es mucho más que una travesía. Es una celebración de la naturaleza, la amistad y la creatividad; una jornada donde la música en vivo, las risas y la corriente del río se mezclan en una experiencia que une a toda la cuenca en torno a un mismo propósito: cuidar, disfrutar y agradecer al Mataquito.
Porque al final del día, navegar su cauce no es solo una aventura: es una forma de recordar que la felicidad —como el río— siempre fluye mejor cuando se comparte.




























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