Licantén y De Rokha, poesía chilena
- Verónica Canales
- hace 1 día
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Actualizado: hace 2 horas

Hace años llegó a mí el libro “Amigo piedra”, un descubrimiento en el por ese entonces Bibliomóvil (Iniciativa que, dicho sea de paso, recorría los sectores donde no había bibliotecas públicas.
Quise con este libro acercarme a la poesía Rokheana -gran odisea para mi salud mental-, sin embargo, encontré las reflexiones de un ser atormentado por una vida difícil, por sueños que no se cumplían y por la lucha constante por sobrevivir. Tema aparte, él relataba que cuando no tenía dinero iba a la casa de Vicente Huidobro a robar libros que después re vendía para poder subsistir unos días. De Rokha aseguraba que Huidobro jamás se dio cuenta de que estos nuevos poetas asaltaban su biblioteca, en búsqueda de algún recurso que les permitiera sobrevivir. El mismo Huidobro, al que luego en la “guerrilla literaria”, trató de “pequeño burgués viñatero”, convirtiéndose esta rencilla en uno de los momentos más épicos de nuestra literatura nacional.
En “Amigo piedra”, relata cómo ese apodo despectivo con el que fue bautizado en el Internado en Talca dio origen a su seudónimo “roca”, o “piedra”… “Rokha”, para que suene más fuerte. Carlos Díaz se fue transformando en piedra con la dureza que transmite en su poesía.
Esa dureza también se ve reflejada en su relación con Licantén, una crítica a su gente, a sus tías que trataron con desdén al amor de su vida, su Winett. Por eso nunca más volvieron. La trataron de fea, crítica que de Rokha no toleró, y cortó relaciones con ese lado de su familia.
En sus memorias hace una fuerte crítica al pueblo, habla de su tío de apellido Alvarado, a quién admiró profundamente. De Rokha describe a un personaje irreverente para la época, un personaje fuera de lo común para un pueblo que siempre siguió órdenes patronales. El escritor muestra al pueblo como perros de su señorío.
Mientras todo el pueblo va a votar por quien les ordena su patrón, el tío de De Rokha vota siempre en contra. Relata que en los recuentos de votos siempre hay un voto en contra, independiente el candidato y el partido, siempre el voto disidente. Eso para un joven de Rokha es muestra de profunda admiración. Describe en su libro una relación difícil y contradictoria, con ese lugar que vio sus primeros pasos y el que debieron abandonar tan bruscamente, donde el río Mataquito ya hacía de las suyas. A esto debemos agregar su militancia política, contradictoria considerando que de Rokha provenía de una familia y de un pueblo conservador; mientras él es un contestatario, militante del partido comunista y férreo defensor del marxismo. Algo totalmente impensado para un pueblo pequeño del campo de la región del Maule (hasta el día de hoy tratar de comunista a una persona es una ofensa).
En su epopeya de las comidas y bebidas de Chile, rescata la mesa chilena a partir de sus innumerables viajes por Chile. Nos muestra las preparaciones de la mesa de la zona, tal vez siendo algo nostálgico. La comida muchas veces es memoria emotiva y nos permite reconciliarnos incluso con nuestro origen.
Álvaro Bisama en “Mala Lengua” recrea la vida de Pablo de Rokha, como ese personaje genial, al que a medida que lo vas conociendo es profundamente contradictorio, no sabes si amarlo u odiarlo. El escritor lo muestra al final de sus días con una pena por la pérdida de sus seres amados, y cargando una profunda depresión que lo llevó a su posterior suicidio.
En Mala Lengua, relata ese gran gesto realizado por la comuna al nombrarlo hijo Ilustre de Licantén, luego de ganar el Premio Nacional de Literatura, mismo que antes habían ganado Neruda (su otro archi enemigo), y la gran Gabriela Mistral.
Esta era la oportunidad de reconciliarse con su pueblo de origen, con ese lugar tan propio y a la vez tan lejano, con esa gente tan difícil de entender. Se realizó una gran fiesta, el pueblo recibió como un héroe a este personaje tan complejo de un carácter tan rabioso. La fiesta fue épica, de Rokha vino acompañado por un periodista del diario Las Últimas Noticias que fue parte de esta celebración, a quien finalizada la fiesta le pegaron entre varios licanteninos…
La relación sigue siendo compleja. Han habido innumerables intentos por rescatar su imagen, desde Volodia inaugurando su estatua, hasta presentaciones de Nano Stern en la plaza de Licantén. Al parecer nada conmueve a los licanteninos, nada los motiva a reconocer a una de las plumas más desgarradoras y potentes de la poesía chilena. Seguimos al debe, seguimos intentando ensalzar al genio y figura.










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