Pajareando en Hualañé: un encuentro con el río y sus aves
- Tita Orellana Rivera

- 28 oct
- 2 Min. de lectura
Actualizado: hace 5 días

Hualañé es un lugar encantador, un espacio que combina tradición y modernidad en perfecta armonía. Sus barrios invitan a caminar con calma, entre rincones típicos, restaurantes con sabor a campo, bares acogedores, el río que atraviesa el valle y los cerros ideales para hacer hiking. Todo bajo un cielo en el que siempre sobrevuelan aves que parecen acompañar cada paso.
Las mañanas aquí tienen un sello especial: una densa neblina nacida del río nos envuelve hasta pasado el mediodía. Luego, el sol se abre paso y llena de vida al pueblo, invitándonos a salir a explorar. Esa vez, junto a mi amiga, decidimos ir al Humedal del río Mataquito, cruzando el puente Paula y bajando hasta encontrar un rincón cómodo donde desplegar nuestro “arsenal de pajareo”: binoculares, libreta de campo, una cámara y, por supuesto, el libro de aves para reconocer a nuestros visitantes alados.
La paciencia dio frutos rápido. Frente a nosotras apareció un Pato Anteojillo (Speculanas specularis), solitario, alimentándose entre las piedras, filtrando el agua con su pico azul. Observar sus alas tornasoladas, entre verdes y morados, fue un verdadero regalo. Este pato no es común de ver y está catalogado como especie casi amenazada de extinción, por lo que el avistamiento se sintió como un pequeño triunfo en nuestra jornada.
Mientras conversábamos sobre cómo usar el libro de campo y la importancia de la topografía de las aves, se nos cruzaron unas Gaviotas Cahuil (Chroicocephalus maculipennis) —juveniles y un macho reproductor— que con sus gritos rompieron la calma del río. Nos sorprendió verlas tan lejos del mar, por lo que dedujimos que probablemente estaban en descanso durante su viaje entre Pichilemu e Iloca.
El espectáculo no terminó ahí. Cerca de nosotras nadaban también Garza grande y chica, Patos Jergones (Anas georgica), y sobrevolando el lugar contamos al menos ocho Tiuques (Milvago chimango), dándole aún más vida al paisaje.
Al caer la tarde, volvimos a casa felices, conversando sobre lo entretenido que había sido el recorrido y soñando con la próxima salida. Pajarear en Hualañé siempre es una experiencia distinta: basta salir de la casa para encontrar golondrinas en los cables, cometocinos husmeando en la basura o algún colegial cantando en medio del campo.
Si quieres saber qué otras aves habitan en el río Mataquito, te invitamos a visitar eBird, donde cientos de pajareros comparten sus registros. También puedes revisar nuestro Libro Verde de la Cuenca del Mataquito, una guía abierta para quienes deseen conocer y proteger la riqueza natural de este hermoso rincón de Chile.













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